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ENTRE BENDICIONES Y TRISTEZAS

 

Julio Alejandro Reyes junto a María Joaquina Gallego, se casaron porque sus padres así lo habían impuesto, ellos no se amaron al principio pero después de que nació su primer hijo Marcos Alejandro, todo cambio. Doña Joaquina era una mujer muy católica ella desde el primer momento en que tuvo a su hijo en brazos quiso que fuera sacerdote  y al comunicárselo a Don Julio el estuvo totalmente de acuerdo, el decía: - ninguna mujer jamás deberá atravesársele porque el esta destinado a un matrimonio con la iglesia-.

La familia Reyes Gallego se fue a vivir a un bello pueblo y allí conocieron a la familia Ortiz Arbeláez, esta familia tenia una hermosa bebe llamada Milagros, la dulce criatura también tenia un destino escrito según sus padres ella iba a ir a un convento he iba a convertirse en monja. Estas familias tenían muchas cosas en común y más aun su estilo antiguo de ver las cosas; Alejandro y Milagros crecieron siendo muy buenos amigos y aveces se escapaban juntos a una capillita abandonada que quedaba en el alto de la montaña, en la que oraban y daban gracias a Dios por sus familias, en el camino siempre se veían unas hermosas flores y el arrancaba una flor y se la daba a ella.

Alejandro cuando tenía 16 años se marchó a un retiro vocacional por varios meses, pero el no espero ni un día mas y regreso a festejar el cumpleaños número 15 de Milagros. Era una tarde soleada y ella estaba mas hermosa que nunca, era la primera vez que usaba su larga y brillante cabellera suelta, además tenia un bello y esponjado vestido blanco y en su cabeza una corona, Alejandro le regalo un hermoso collar que hizo con sus propias manos, el cual llevaba dentro una pequeña foto de ellos dos que decía: “Blanca es tu alma y grande tu corazón”.

Era el momento de festejar su cumpleaños él no la había visto aun pero al verla, la veía diferente sentía una atracción inexplicable, Milagros voltio sonriente y lo miro con una ternura y sus ojitos brillaban como dos luceros, estaba escrito ellos no podían ser lo que sus padres querían si no lo que ellos deseaban, pero Don Julio al hablar apago muchas esperanzas e ilusiones del corazón de su hijo, le mostro su primera estola y le obsequio una biblia con mucho amor.

Al otro día Milagros se encontró con Alejandro en la misma capillita en donde se encontraban cuando eran niños, ellos se veían muy felices y se dieron un caluroso abrazo, pero al girar paso algo que ellos no podían comprender (((se besaron))) y sin poderlo evitar lo hicieron una y otra vez. Pasaron los días y seguían encontrándose de la misma manera. No quisieron ocultarlo más y decidieron contárselo a sus padres. Esa confesión fue la condena de este amor joven, puro e inocente que no pasaba de más de un beso, los padres de ellos muy desilusionados no dudaron ni un momento en separarlos. Los Reyes junto los Ortiz les colocaron una trampa: a Milagros la llevaron donde un viejo amigo, el la beso y en ese instante llego Alejandro, el no dijo nada solo los miro y con sus ojos llenos de lagrimas y desilusionado, agarro sus maletas y se marcho, Milagros al darse cuenta corrió y corrió detrás de el hasta que en sus pies se formaron ampollas, pero no lo alcanzo; pasaron dos años y ella tomo la decisión de convertirse en monja. Todos los días Milagros hacia una oración por Alejandro, era inevitable dejarlo de recordar, ella tomaba con sus suaves y sensibles manos el collar y recordaba con mucha tristeza el saber que ya nunca volvería a ver a su ser amado.

Año tras año fue pasando y ni una noticia de Alejandro. Un día Milagros llego a un pequeño pueblito y vio muchas flores iguales a las que Alejo le regalaba, camino y camino hasta llegar a una pequeña capillita, ella entro y fue directo a confesarse –Padre llevo una vida muy feliz y a la vez muy triste, mis padres, ahí Dios mis padres, ellos quisieron siempre que fuera monja y quizás yo también lo desee pero me enamore y eso no es un pecado, mi pecado es seguir pensando en el, seguirlo amando a pesar de que pasaron mas de diez años y ahora mi mente y corazón tiene que estar con Dios, todos me dicen que el se caso y que ahora tiene una familia y en verdad no lo se y si no fuera así, yo no podría hacer nada (entre lagrimas) Padre por favor ore por mi para que Dios me perdone, Alejandro jamás lo podre olvidar  el es el amor de mi vida-, y mientras ella seguía llorando y tratando de contar su historia, el Padre salió con sus ojos llenos de lagrimas, era un hombre barbudo y no podía dejar de mirarla fijamente, después de un momento de gran silencio, el la abrazo y le dijo: -Mujer ¿Por qué? ¿Por qué no me reconoces? Dime ¿Por qué?, en realidad esto que dijiste es ¡Verdad!-, ella tartamudeando dijo: -Aaaaa lelele jaaaandro Alejandro noooooo no no, no puedes ser tu, Dios no nos quiere juntos, y a pesar de que yo aun te amo ni tu ni yo podemos amarnos, este amor es prohibido y todo porque mi corazón y el tuyo son de Dios-. Alejandro la miro y le dijo: – Milagros, Milagros yo aun te amo tampoco he dejado de pensar en ti ni un solo segundo de mi vida, cuando caso a dos personas ellos se ven tan felices, con tantas ilusiones y planes, y pienso ¿Cómo hubiera sido mi vida si tu estuvieras a mi lado por siempre?, ya ha pasado mucho tiempo es tarde-; y con estas palabras este amor así su sentencia firmo.

Milagros y Alejandro entre sus oraciones y la tristeza que cada uno llevaba en el fondo de su corazón, aprendieron a vivir con este amor prohibido, el celebraba misas mientras ella oraba en una silla en la que siempre se hacia, hasta que al pasar de los años esta silla vacía se vio y después de unos meses lentamente cada uno murió, ni en el cielo ni en la tierra este amor pudo ser y todo por un destino sin razón. 

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